martes, 19 de agosto de 2014

                                                             Una luz en las sombras.
                                                                               3

Las siluetas de las dos personas se perdían en el horizonte a medida que caminaban y a su vez el sol desaparecía con ellos, dejando libre la noche. La ciudad entera se dormía lentamente dando paso al despertar de aquellas criaturas que preferían moverse en las sombras. Entre ellas, una en especial luchaba por despertarse en el interior de un callejón. Entreabrió los ojos y se sintió perdido, no entendía muy bien lo que estaba viendo. Cerró los ojos con fuerza para despejarse y los abrió de golpe tanto como pudo.
-¿Pero que coj. . . ? -no llegó a completar la frase-.
El mundo ante él se encontraba al revés y su dolorida cabeza, tardó un buen rato en darse cuenta de que era él quien se encontraba bocaabajo. Echó un vistazo a su alrededor y se encontró a si mismo tirado en un montón de basura.
-Ugh. . .  -dejó la cabeza muerta, apoyada en la mugre, y se llevó una mano a la cara como malamente pudo- es la última vez que hago caso a esa borracha. . .  -se quejó mientras trataba de levantarse-.
Una vez se hubo levantado trató de incorporarse e ignorar la resaca. Al salir del callejón notó que su pie tropezaba con algo así que bajó la vista para ver que era, pero no supo reconocer muy bien el objeto, así que se agachó para verlo de cerca. Una vez agachado lo cogió con la mano derecha y lo sostubo colgado ante sus ojos usando como pinza los dedos índice y pulgar para analizarlo mejor. Parecía ser una llave, aunque con una forma realmente extravagante. Era de un color azul oscuro metálico, con líneas aparentemente aleatorias de color azul cielo. Tenía aproximadamente un centímetro de ancho, lo cual es algo poco común en una llave, y un centenar de pequeñas endiduras en cada cara, incluída la punta. El mango, al contrario, era de apenas unos milímetros de grosor, con forma de trapecio y con un "7" dibujado. Le pareció una llave bastante curiosa asi que se levantó y se la guardó en un bolsillo. Acto seguido miró a ambos lados y trató de recordar donde estaba, pero no lograba orientarse por lo que, al final, escogió un camino al azar y probó su suerte. Al cabo de un buen rato caminando oyó un ruido y miró rápidamente en  la dirección de este. Reconocía aquel edificio, sin duda alguna era el museo. Al parecer aquel "ruido" era la alarma. Unos tipos salieron corriendo a toda prisa del lugar y Namira, les siguió curioso manteniendo las distancias. Tras recorrer un par de calles y callejones, los individuos finalmente entraron por una alcantarilla. Namira se disponía a seguirles, pero tan pronto levantó la alcantarilla pudo oír como más gente se acercaba, por lo que la dejó estar y se fue de allí sin pensarlo dos veces.
En ese momento, en una casa algo lejos de allí, Kyra recorría pasillos y habitaciones sin separar la vista del suelo y sin parar un segundo. Su compañero, el pelirrojo, la observaba sorprendido.
-¿Buscas algo?
-¿Eh? -levantó la vista para mirarle- no -dijo en voz baja mientras volvía hasta su habitación-.
*¿Que le ocurrirá ahora?* Pensó el hombre mientras la veía irse.
La chica se metió en su cuarto, cerró la puerta y se llevó una mano al interior del chaleco. Rebuscó en un bolsillo interno de este, pero al no encontrar nada juntó sus manos tras su cuerpo y se apoyó contra la puerta mientras contemplaba la noche a través de la ventana.
Una puerta se abría y el interior del Scissor Happy aparecía, envolviendo con su atmósfera a Namira, que acababa de entrar. Eola, al verle, no pudo si no reírse, antes de saludarlo cordialmente. El joven, se acercó a la barra, se sentó y suspiró.
-Si, si. . .  muy gracioso -dijo con ironía-.
-Pues mucho, la verdad -le respondió risueña su amiga-.
-Dios. . .  -dijo mientras apoyaba los codos en la barra y se llevaba las manos a la frente- sabía que no debía hacerte caso, apenas una copa y no recuerdo nada de lo que he hecho.
Eola trató de contener la risa pero no fue capaz.
-¿"Una copa"? -preguntó entre risas- Pues es verdad que no te acuerdas de nada.
Namira se quedó mirándola fijamente durante unos segundos.
-Creo que prefiero no preguntar -respondió seriamente-.
-No seas así, si te lo pasaste en grande, preguntale al resto del bar si no me crees -su cara delataba lo tanto que la divertía aquella situación-.
-Hazme un favor.
-Claro.
-No me informes más.
Eola se rió brevemente y  luego prosiguió.
-Si insistes. . .  Pero arriba esos ánimos, tengo buenas noticias.
-Sorpréndeme -dijo poniendo atención-.
-Un tipo, un tal Jecht, estuvo aquí hace unos días y resulta que tiene una banda.
-¿Ha querido tocar aquí? -preguntó emocionado apoyando las manos en la mesa-.
-Bueno, al principio no. . .
-¿Pero. . . ? -preguntó alargando la palabra-.
-Le propuse apostarlo en un pulso y aceptó -dijo con una sonrisa pícara-.
-Dios. . .  -dijo conteniendo la risa- ¿Puedo saber a cuanta gente timas así?
-Pues a toda la que se cree más fuerte que "una frágil mujer" -levantó un brazo en una típica pose de musculitos mientras se reía por lo bajo-.
-Pues tienes negocio para rato, ¿y cuando empezará? -preguntó aún entusiasmado-.
-Mañana por la noche.
-Entonces tendré que estar aquí sin falta -afirmó sonriente- ya iba siendo hora de animar este sitio.
Namira hizo una breve pausa y su cara se volvió seria.
-Serán buenos, ¿no?
-Ni idea -dijo separando cada sílaba-.
-Joder. . .  te encanta hacer las cosas a ciegas, ¿no? -separó una de las manos de la mesa y apoyó la cabeza en ella tapando media cara-.
-Así es más emocionante -respondió encogiéndose de hombros-.
-Si tú lo dices. . .  -cerró los ojos y se envolvió en sus pensamientos-.
Varias preguntas ocupaban su mente en ese momento. ¿Qué era la llave que acababa de encontrar?¿Qué se habrían llevado los tíos del museo?¿Qué había hecho durante su borrachera?¿Cómo sería la nueva banda del Scissor Happy? Algunas respuestas le importaban más que otras, pero todas en general le generaban curiosidad. Pensó que Eola podría ayudarle con lo de la llave, cuando conoces a tanta gente como ella, es difícil no enterarte de todo cuanto sucede, pero decidió que ya preguntaría más tarde, primero le interesaba ver si encontraba algo interesante en las alcantarillas, el recuerdo del robo le llenaba de curiosidad. Sin embargo, antes de todo esto, lo primero que quería hacer era echarse una buena siesta. Se levantó de la barra, la rodeó hasta estar al otro lado de esta y se apoyó en el marco de una puerta situada a uno o dos metros de Eola, mirándola.
-Voy a descansar un poco, ya hablaremos.
-Como quieras, hasta. . .  -miró de reojo un reloj medio roto colgado de la pared detrás de ella- hoy, hasta hoy -se corrigió al ver que pasaban de las doce-.
Namira soltó una vaga y breve risotada y desapareció por la puerta. Eola se giró de nuevo hacia la barra y se puso a limpiar un par de vasos. Entre tanto, su ojo se desvió hasta un pequeño cuadro escondido en su lado de la barra, en él se veía un retrato a lápiz de una mujer alta, de larga y algo oscura melena, apoyandose en la cabeza de un niño aparentemente molesto. La mujer vestía un chaleco oscuro con una camiseta de manga corta algo más clara por debajo, unos pantalones de un tono medio y unos tenis de tono claro. El niño era bajito, de pelo apenas muy largo y oscuro. Vestía una camiseta de manga corta de tono muy oscuro y unos pantalones cortos y claros, junto con unas chanclas oscuras como calzado. Al ver la foto sonrió y los recuerdos invadieron su mente.

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